Evaluación de idiomas en recursos humanos: aspectos a considerar

Evaluación de idiomas en recursos humanos: aspectos a considerar

09 de mayo de 2017


Todos hemos oído hablar de la importancia que tiene el inglés en el mundo laboral actual. Sin embargo, entendemos el inglés como concepto genérico, como un idioma del que se tienen determinados conocimientos. Esto puede valer para las personas, pero no para los departamentos de recursos humanos, cuya función exige una mayor profesionalización a la hora de determinar las aptitudes de los empleados.

Para realizar una correcta evaluación de los idiomas, los departamentos de recursos humanos deben prestar atención a una serie de funcionalidades de la lengua muy concretas y específicas, pues de su correcto análisis dependerá en gran parte el éxito de su labor. Pero, ¿cuáles son esos aspectos a tener en cuenta?

Vayamos por partes. Cuando escuchamos la palabra “idioma”, lo primero que nos viene a la cabeza es hablar. De manera más quirúrgica, podemos diseccionar esta palabra en cuatro partes: vocabulario, gramática, pronunciación y fluidez. Analicemos cada una de ellas por separado para entender mejor a qué se refieren.

  • Vocabulario

    : El inglés dispone de una rica variedad de palabras que se emplean de manera cotidiana, pero también profesional. El entrevistador deberá prestar atención al conocimiento técnico de las mismas por parte del candidato a la vez que observa el manejo de otras más habituales. Aspectos como la repetición de los mismos términos o uso de palabras comunes dentro de un entorno más formal determinarán la nota final que se obtenga.

  • Gramática

    : La clave de que el vocabulario empleado tenga algún sentido. Sin ella, no sería más que una anarquía léxica incomprensible. Un buen empleo de la gramática permite saber al entrevistador la capacidad de entender y ser entendido por parte de los demás, así como de su nivel de inglés de manera esquemática.

  • Pronunciación

    : Si por algo es conocido el inglés en nuestro país es porque las palabras no se dicen de la misma manera que se escriben. Una correcta pronunciación significa que algunos de nuestros compañeros no van a entendernos, pero el resto del mundo sí. Además, evita situaciones embarazosas como decir otra palabra que resulte ser malsonante o confundir a la otra persona con términos equívocos que le saquen del contexto de la conversación.

  • Fluidez

    : Este término engloba dos aspectos. El primero, un compendio de los tres anteriores. El segundo, el volumen de capacidad comunicativa que tiene el empleado. Si prestamos atención a cómo empleamos nuestra lengua de manera habitual, la compararemos con la inglesa para determinar el grado de semejanza entre ambas, de manera que sepamos si se habla de manera natural o forzada.

    Pero falta un aspecto más a tener en cuenta, cuyo peso en la evaluación es igual si no superior al de los cuatro puntos presentados con anterioridad. Este campo extra no está relacionado con la capacidad oral sino con la auditiva. El motivo de su fuerte puntuación reside en que, sin ella, la comunicación se limita a ser unilateral, causando problemas de entendimiento.

  • Capacidad auditiva

    : Si no entendemos lo que nos dicen, de nada nos sirve hablar por los codos. La variedad de acentos que presenta el inglés requiere disponer de oídos frescos que sean capaces de comprender con precisión lo que nuestro interlocutor o interlocutores deseen comunicarnos. Obviamente, este aspecto está directamente relacionado con el anteriormente mencionado sobre la pronunciación. Si el candidato presenta problemas aquí, significa que tendrá problemas de entendimiento cuando escuche la palabra correcta. Por tanto, el entrevistador debe asegurarse que el solicitante escuche y comprenda la conversación de manera íntegra para poder presentar su informe final con garantías.