19 de diciembre de 2017
La forma tradicional de rellenar un hueco laboral por parte de las empresas, como bien sabemos todos, se realiza a través de la publicación de una oferta de trabajo. Los solicitantes enviarán sus currículos y la empresa los analizará para determinar cuáles pasan a la siguiente fase de selección, que consiste generalmente en una entrevista de trabajo.
Pero no es la única. Desde tiempos inmemorables, el nepotismo, amiguismo o enchufismo han sido empleados para determinar quién tiene que ocupar un puesto vacante. Este sistema ha sido criticado con dureza por su elitista selección o la poca idoneidad de la persona para desarrollar las tareas propias de su puesto, pero también permite agilizar el proceso además de dar más garantías de seguridad. Por poner un ejemplo, si una empresa necesita a una persona para el departamento de contabilidad y un contacto del presidente (que conoce a alguien con la que ha trabajado con anterioridad y está sin trabajo) se entera de la situación, podrá recomendarle a dicho trabajador. Ya no se trata de un papel, sino de un trabajador con calidad demostrable de manera directa y una buena reputación, lo que simplificará el período de prueba donde tendrá que demostrar su validez.
Algo semejante a este sistema, pero más equitativo o justo, lo tenemos con las redes sociales laborales, donde la experiencia y formación de los candidatos es igualmente demostrable, sin necesidad de amistades que hagan de intermediarios.
La cuestión, como hemos podido comprobar, es agilizar el mayor tiempo posible el proceso de selección. Pero las prisas, como decía un célebre locutor radiofónico, «solamente son buenas para los ladrones y los malos toreros». Si la empresa comete un error con el candidato, deberá empezar desde cero de nuevo. Este hecho supone un contratiempo. Mucho mayor en caso de puestos de responsabilidad alta o media.
Los headhunters o cazacabezas, son un cuerpo externo especializado en labores intermediarias de selección y contratación para perfiles directivos, mandos intermedios o de especialización exclusiva. Su proceso de selección se diferencia de los anteriores en que sus candidatos no suelen circular libres por el mercado sino que se encuentran asentados o trabajando para otra empresa. Su trabajo es parecido al de los ojeadores futbolísticos, que peinan el mercado internacional y nacional buscando a jugadores con proyección o ya encumbrados a los que convencer que abandonen su club para formar parte de otro. Obviamente, la manera más sencilla de lograrlo es a través de una mejora sustancial de sus contratos.
Hace años, los headhunters tenían que conocer bien a las empresas para descubrir a los talentos o responsables con peso, autoridad y eficacia. Gracias a las redes sociales laborales, la obtención de contactos resulta mucho más sencilla en la actualidad. Mediante técnicas subrepticias de comunicación, descubren sus condiciones contractuales, informan a la empresa interesada para que analice cuáles son las mejoras que pueden ofrecerle y se las comunican al candidato deseado, para ver si le interesa cambiar de aires.
Obviamente, muchas empresas consideran que este tipo de actividades no son más que un robo descarado de sus recursos humanos. No es raro escuchar críticas sobre la falta de ética de este tipo de procedimientos, pues debilitan a una empresa de manera directa, obligándola a reemplazar ese puesto de responsabilidad o especialización por otra persona, que no abundan en el mercado precisamente. No menos cierto es que emplearán a otro headhunter para la sustitución.
Este controvertido método de selección de personal, sin embargo, está considerado como el más adecuado a la hora de ocupar o reemplazar los puestos de trabajo mencionados previamente. Porque, por un lado, son confidenciales. La privacidad de la información es constante en todo el proceso, evitando dudas e inseguridades por parte de los accionistas y preservando la integridad laboral de los posibles candidatos. Por otro, desarrollan un proceso de selección en un entorno sin oferta ni demanda, dado que la gran mayoría de estas personas no buscan un puesto de trabajo, porque ya cuentan con él.
Como último apunte, no por ello menos importante, cabe destacar que la figura de los headhunters no solamente es empleada por las empresas sino por los propios trabajadores, que desean una sustancial mejora de su calidad de vida sin que su empresa tenga conocimiento de sus intenciones.
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