B-learning: ventajas e inconvenientes del aprendizaje semipresencial

B-learning: ventajas e inconvenientes del aprendizaje semipresencial

22 de noviembre de 2017


El aprendizaje semipresencial combina la tradicional enseñanza dentro de un aula con la ayuda de las nuevas tecnologías para la otra parte de su desarrollo. En cierto modo, aúna las dos mejores virtudes de ambas formas de enseñanza, aunque una mente más crítica podría decir que también sus defectos. ¿Cuál tendrá razón de las dos?

Vamos a centrarnos primero en sus virtudes individuales para luego enfrentarlas a sus defectos y, finalmente, analizar el resultado de la novedosa unión, para tener una mejor visión de su funcionamiento.

Todos conocemos el sistema presencial de aprendizaje. El alumno asiste a clase, donde el profesor imparte la lección correspondiente. El sistema funciona gracias al apoyo que ofrece el tutor para que el estudiante resuelva sus dudas y practique los conocimientos durante la clase. En el caso de los idiomas, resulta fundamental que el alumno pueda escuchar el sonido de la pronunciación y entonación, especialmente si se trata de un idioma que, como el inglés, utiliza un sistema de escritura idéntico al nuestro pero con distinta interpretación. Además, toda duda que le surja al alumno será respondida y explicada con la mayor claridad posible en el momento por parte de un profesional, lo que permite el asentamiento y avance de las materias dadas.

Pero, claro está, no todos los profesores son iguales. O los cursos. No siempre los docentes consiguen que su metodología encaje con los alumnos de la misma manera que ciertos cursos son demasiado genéricos y no logran satisfacer las necesidades específicas de sus alumnos. En caso de enfermedad, las clases son canceladas, perdiendo tiempo de estudio, situación que también puede darse si los asistentes tienen un mal día o demasiado trabajo metido en la cabeza. La concentración y el interés carecen de constancia por culpa de motivos externos y el curso puede desaprovecharse por culpa de unos horarios inadecuados en determinados momentos. Otra circunstancia desfavorecedora para las clases presenciales reside en la propia idiosincrasia de muchos alumnos, afectados de vergoncitis crónica que les bloquea su capacidad oratoria, llenando las clases de incómodos silencios por culpa de no atreverse a expresarse en público.

Los cursos a distancia, por el contrario, se adaptan mucho mejor tanto a necesidades específicas como horarios de los alumnos, que pueden escoger el mejor momento del día donde dedicar su esfuerzo didáctico. Además, pueden repetir los ejercicios todas las veces que consideren necesario o practicar en insistente bucle las partes con las que se hayan topado con mayores problemas, sin afectar al desarrollo normal del curso, como sucedería en una clase presencial, aburriendo a sus compañeros o poniendo a prueba la eterna paciencia del profesor. Las partes orales se practican en la intimidad de una habitación, logrando que el alumno pierda ese miedo escénico que le impedía aprender la pronunciación correcta en la clase presencial. Pero si este tipo de cursos posee una clara ventaja competitiva, ésta se encuentra en el apoyo visual constante de la tecnología, sin duda alguna uno de los mejores apoyos de los sistemas de enseñanza. Por un lado, le resulta más atractivo al alumno. Por el otro, transforma los ejercicios en un entretenido pasatiempo.

Y esto es precisamente la causa de sus problemas: que no se lo tomen en serio. Un curso no presencial depende de la disciplina del alumno para obtener un progreso óptimo. En el momento en el que procrastine dicha actividad, el polvo cubrirá la pantalla del ordenador, de manera figurada, por supuesto. Pese a su libre empleo, carece de un apoyo sólido que solvente las dudas o que identifique las partes de mayor embarramiento intelectual del alumno, percance del cual un curso presencial siempre estará exento de sufrimiento. Tampoco nos olvidemos que, en el caso de un idioma, el objetivo final está en entenderlo y hablarlo con otra persona; los cursos no presenciales carecen de interactividad directa.

Es obvio que, con independencia del sistema de aprendizaje que se escoja, siempre nos encontraremos con algún fallo. El B-Learning no deja de ser otro sistema más, con sus aciertos y problemas, con el que aumentar las alternativas de formación ya existentes en el mercado. Sin embargo, se trata de un sistema que ha unido dos opciones ya existentes para compensar los problemas individuales de cada uno mediante un inteligente empleo de las virtudes del otro. De esta manera, el alumno dispone de un profesor que le permita solucionar dudas y aprender de manera clara y efectiva los conceptos, dejando que la parte práctica se desarrolle a su ritmo con un formato mucho más atractivo que el tradicional. La parte disciplinar la conserva gracias a las clases físicas, que siguen dando libertad al alumno a la hora de realizar los ejercicios, pero dentro de un marco de tiempo determinado por el espacio transcurrido entre clase y clase, donde el profesor puede intervenir en caso de muestras de abandono o dejadez por parte del estudiante. En cuanto a la parte oral, la práctica se puede realizar de manera más personal y privada, dejando las clases para correcciones específicas o asentar el sonido de aquellas palabras que se traben en la boca del alumno.