13 de noviembre de 2023
El español es una de las lenguas más utilizadas del mundo. Con un pasado histórico que llega desde el latín de los romanos, en la actualidad es el segundo idioma más hablado del planeta, con más de 485 millones de personas utilizándolo día a día.
Pero si nos centramos en las fronteras de España –dejando de lado la gran riqueza lingüística de Latinoamérica–, pronto advertimos que no es el único idioma que se habla en todo el territorio español; y que tampoco se usa de la misma manera en un punto o en otro de nuestra geografía.
¿Qué tienen en común y qué de diferente el andaluz y el murciano? ¿Qué es un dialecto? ¿El catalán es un idioma o un dialecto? Estas son preguntas muy habituales, especialmente en un momento en el que incluso en el congreso de los diputados se debate sobre la legitimidad de estas lenguas o dialectos y la pertinencia de su uso.
Para comprender la complejidad lingüística de nuestro país, lo primero que hay que hacer es definir qué es una lengua y qué un dialecto.
Aunque en la academia de la lengua está más o menos establecido de una forma clara y diferenciada, esta dualidad no está tan clara para la población, como demuestra Irene Hernández en este artículo de la BBC News.
Lo primero que defiende la periodista –y una gran parte de los investigadores especializados– es que el español puro, como tal, no existe. O, al menos, no desde el ámbito práctico: nadie utiliza la lengua de una forma anodina, sin influencias concretas de su territorio.
En ese sentido hablamos del dialecto andaluz o del dialecto gallego. Se trata de un uso del idioma castellano, sí, pero en él entran expresiones, cadencias, ritmos e incluso acentos que modifican, sensiblemente, el habla.
Por eso, un andaluz y un gallego hablan diferente: el primero sesea con mucha gracia, mientras que el segundo defiende una entonación 'cantarina' donde se cierran mucho las vocales finales.
De esta manera, se podría definir el dialecto como lo hace la Real Academia de la Lengua en su primera acepción: «Variedad de un idioma que no alcanza la categoría social de lengua».
Catalán, euskera y gallego. Esas son las tres lenguas cooficiales de nuestro país. ¿Qué diferencia al catalán del dialecto andaluz o murciano? Que existe una distancia clara con el español, no sólo 'deformaciones' leves. Además, para que una lengua sea considerada como tal debe estar apoyada por un sistema de escritura.
En el caso del vasco está claro: el nacimiento de este idioma es completamente diferente al del español o castellano, considerado como una lengua romance. En este caso, el origen del euskera es indeterminado y se considera como una de las lenguas más antiguas de Europa.
La cosa se hace más difusa si hablamos del catalán o del gallego. Estos sí tienen una raíz común con el español y son consideradas lenguas romances que evolucionan del latín.
Son consideradas como lenguas distintas al español, ya que un vallisoletano podría comunicarse a duras penas con un gallego o un catalán al existir mucha variedad entre los idiomas, pese a tener raíces comunes.
Estas lenguas, que difieren del español en sintaxis, articulación de ciertos sonidos, uso de palabras concretas, etc. existen en territorios muy concretos del país y, además, pueden contar incluso con dialectos dentro de ellas.
El ejemplo más claro es el del catalán, que se habla en la comunidad autónoma de Cataluña, pero también en Valencia y en las Islas Baleares.
¿Se podría decir que el valenciano y el balear son idiomas distintos? La tendencia de los lingüistas actuales es la de sostener que no, puesto que, acudiendo a la RAE, son variaciones de un idioma, el catalán, que no tienen entidad suficiente para ser consideradas como lengua independiente.
Siguiendo a Irene Hernández en el citado artículo, hablar de lengua o dialecto no es más que una forma de categorización científica de la realidad.
Aunque para el común de la sociedad la palabra dialecto está relacionada con un significado peyorativo, ésta no tiene por qué tener una carga negativa o ser considerada como un ataque a esta variedad de la lengua.
Muy al contrario: un dialecto es una riqueza para el idioma, que va mutando según el espacio e integrando nuevas palabras, modos de construir el discurso, acentos... En un ciclo de evolución constante que es natural en todas las lenguas del mundo.
En el caso español, la riqueza es todavía mayor gracias a las lenguas cooficiales, que tienen un desarrollo propio a la vez que van nutriendo y nutriéndose del idioma más hablado en la totalidad del territorio.
Como venimos defendiendo, el idioma está vivo y en constante cambio. Esto es algo sencillo de comprobar: basta con coger una novela escrita por un autor madrileño a principios del siglo XX. Se encontrarán expresiones, palabras y construcciones muy distintas a las que usaría cualquier otro autor actual nacido en el mismo barrio de la capital.
Este mismo ejemplo puede ocurrir en el mismo tiempo y espacio y es cuando se da un fenómeno llamado sociodialecto.
Este término hace referencia a los distintos cambios en el uso de la lengua que se dan entre, por ejemplo, personas de distintas generaciones, universitarios e individuos que no han estudiado o, incluso, entre personas de la misma edad y con el mismo nivel de estudios pero que se dedican a oficios muy dispares.
Así, aunque el castellano neutro sea el que se enseña en las escuelas de nuestro país, es importante regresar a la tesis inicial: en la práctica, nadie lo habla.
Si se lleva a cabo un viaje al pasado a través de los testimonios escritos que se conservan, es posible defender la idea de que el propio español nació como dialecto y fue evolucionando hasta convertirse en una lengua por derecho propio.
Esto es algo común en todas las lenguas romance: aparecen en un territorio concreto como una 'deformación' geográfica del latín.
Poco a poco, la influencia castellana se va consolidando y diferenciando cada vez más, hasta que en el siglo XVI la diferencia es tanta que es preciso estandarizar la lengua, darle normas y, por tanto, convertirla en un idioma propio, distinto del anterior.
Esto no es más que una última herramienta para defender que dialecto y lengua son, en esencia, riqueza lingüística de un territorio.
Saber qué es un dialecto o un idioma es importante desde el punto de vista académico y social, pero en la práctica no importa más que el hecho de que el dialecto andaluz y el idioma gallego son herramientas al servicio de las personas para generar una comunicación fluida, clara y continua con su entorno.
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