Consejos para hacer un examen tipo test

Consejos para hacer un examen tipo test

09 de marzo de 2017


¿Quién no ha realizado un examen tipo test alguna vez en su vida? Mucho más agradable que tener que escribir y desarrollar preguntas generales en un papel, pendientes del reloj y que nos dé tiempo a terminar y no dejarnos nada en el tintero de la cabeza. Además, es más sencillo recordar que pensar, por lo que tener la respuesta presente puede desatascar la memoria en un segundo.

Pero esa sencillez de tener que elegir nada más tiene sus riesgos también. Por ejemplo, un exceso de confianza. Un examen es un examen, independientemente del formato que tenga. Así que se necesita estudiarlo a conciencia. La preparación es la clave del éxito y la suerte una inesperada aliada que no siempre acude a la cita cuando se la llama. Así que ya tenéis el primer consejo: dedicarle tiempo y constancia al estudio.

El segundo consejo es también aplicable a todos los demás modelos de examen habidos y por haber: no ponerse nervioso. Todo examen tiene un formato factible de ser cumplimentado en el tiempo exigido y hasta de disponer de algo de tiempo para repasar los resultados. Pero- y aquí llega el tercero- eso no significa que puedas perder el tiempo al rellenarlo. La ventaja de un examen tipo test es que, si no sabes la respuesta, no es necesario dedicarle tiempo a responderla. Si no la sabes o dudas, pasa a la siguiente. En otras palabras, vete a lo seguro. De esta manera te quitarás de en medio antes las que te sabes y dispondrás de más tiempo que dedicar al resto. Si haces el proceso inverso, lo más seguro es que no te dé tiempo a marcar  resultados acertados que se encuentren al final del documento.

Modalidades de exámenes tipo test

Dentro de las modalidades de test existentes, la puntuación puede depender del total acertado o una combinación de acierto con suma y fallo con resta. Para los primeros podemos marcar las casillas que queramos y el azar dependerá de si contabilizan para bien. Pero en los segundos hay que ser mucho más cautos; el porcentaje final se puede ver afectado por el número de “creo que es ésta” que pongamos. Compensa mucho más ser cautos que arriesgados en estos casos. Por si acaso os lo estabais preguntando, responder a una sola pregunta no implica un 100% de aciertos. Cada pregunta representa un porcentaje dentro del total que haya. Es decir, que si diez preguntas  suponen el 100% de la nota  total y contestamos solamente a una, obtenemos un 10% de esa nota total. O sea, un 1. Pero el riesgo puede suponer un éxito en función de la estrategia que sigamos. Si respondemos a seis dudosas y acertamos la mitad, el resultado seguirá siendo el mismo que si no lo hiciéramos. No obstante, si las respuestas correctas resultan ser cuatro en lugar de tres, habremos añadido un punto a las seguras. Y en muchos exámenes los fallos restan según porcentaje, lo que nos permite la opción de simplificar los resultados negativos de las mismas por la misma ley de compensación que he mencionado antes.

Para los que hayan realizado o quieran presentarse a oposiciones, sabrán que responder a todas las preguntas del examen es el equivalente a hacerse un corte y nadar entre tiburones; una muy mala idea. Hay que identificar las seguras primero, responderlas y con eso sabremos las oportunidades que tenemos de aprobar. Con un 60/70% de fijas marcadas hay que coger aire y pensar. ¿Merece la pena arriesgarse? De las que damos por seguras suele haber un margen del 10% de posible error. Eso significa que de nuestro 60/70% seguro podemos tener un 50/60% real. En caso de añadir fallos, uno de los dos porcentajes es seguro que nos suspende.