Cursos de formación en empresas: empleados más capaces

Cursos de formación en empresas: empleados más capaces

27 de septiembre de 2017


Uno puede tener sus dudas con respecto al psicoanálisis, pero vivir de ilusiones no es positivo y puede chocar con la realidad. Es más; cuando una persona asume la realidad y aparca las ilusiones en el garaje del olvido, se dice que obtiene la madurez. No obstante, una ilusión se puede transformar en objetivo y, siendo consciente de la realidad de la misma, enfocar sus recursos para su obtención.

¿Cómo se traduce esto para las empresas? Primero conociendo bien el mercado y, en segundo lugar, diseñando una serie de objetivos que se puedan alcanzar. Hay factores económicos que limitan tanto crecimiento como capacidad de abarcar una determinada cuota de mercado que, cuanto antes se asuman, mejor irán las cosas. Coca-Cola nació en una farmacia, Apple en un garaje, McDonalds no era más que un restaurante familiar en California y El Corte Inglés comenzó como una sastrería. Sus fundadores posiblemente tenían en la cabeza grandes sueños, pero para materializarlos tuvieron que establecerse y asentarse primero.

De la misma manera, sería incongruente que la propia empresa exigiera la perfección absoluta a todos sus empleados. La preparación técnica y profesional con la que entrar a formar parte del proyecto se irá perfeccionando poco a poco a lo largo de sus años laborales. Ya no vivimos en los tiempos donde los cambios se producían cada década, sino en un entorno dinámico en el que cada día deja obsoleto al anterior, lo que requiere un reciclaje cada cierto tiempo. Y ese reciclaje se llama formación.

Cursos de formación en empresas

Los cursos de formación en empresas son el gran aliado de los empresarios para tener a la plantilla puesta al día en las herramientas, tecnología y metodología que modifican el trabajo. Pero también realizan la función de mejorar la competitividad de la plantilla al permitir mejorar sus puntos débiles y, así, capacitarlos mejor a la hora de realizar sus tareas. Un ejemplo muy claro de este tema lo encontramos en los cursos de inglés que se imparten dentro de las instalaciones de la empresa.

La principal característica del mercado laboral actual es su globalidad. Bien sea por el origen de los inversores, el contacto con los distribuidores, obtener un contrato de trabajo con una multinacional, la movilidad de trabajadores, la adquisición por otra empresa o una apertura de mercado, el caso es que el trato profesional ignora el concepto de nacionalidad. Esto está muy bien, pero que todos seamos iguales ante el mercado no significa que hablemos la misma lengua. ¿O sí?

En efecto; el inglés se ha erigido como el interlocutor de los negocios y su conocimiento no es suficiente, pues reclama soltura y habilidad en su práctica. Algunos países lo han integrado en su cultura sin dificultad, pero el nuestro no ha tenido tanta suerte. Por ese motivo, el nivel de inglés de la fuerza trabajadora está por debajo del nivel medio europeo. Un problema, sí, pero no tan grave como para no disponer de una solución. Mediante los cursos de formación en empresas, los empleados pueden aprender, mejorar y optimizar un recurso vital tanto para ellos como para la empresa en la que trabajan, integrando el idioma en el lugar más necesario: su puesto de trabajo.

Cuando la formación consiste en actualizar un conocimiento previo, la duración del curso puede variar entre una semana y un mes hasta su finalización. El objetivo es que los trabajadores conozcan el funcionamiento de un determinado programa o metodología y cómo aplicarla al desempeño de sus tareas. O, como decía un jefe que tuve hace años de manera más simplificada, aprender para qué sirve un cacharrito y no confundirse de botón. Dicho de otra manera, lo aprendido en el curso de formación tendrá un desarrollo mecánico que agiliza su comprensión.

En el caso de un idioma, la duración se multiplica en el tiempo y su penetración en los procesos de trabajo es más complejo de mecanizar. De hecho, no son pocos los que aprenden a decir una serie de frases, repitiéndolas hasta la saciedad, obviando que se trata de un idioma rico en expresividad. Detalles como estos perjudican la capacidad de evolución de las empresas. La constancia que proporciona un curso de formación en empresas permite que esos conocimientos se consoliden poco a poco entre los trabajadores y, con la misma velocidad, modificar la comunicación laboral hasta que se desarrolle de un modo natural.