Deberías aprender inglés por Skype?

Deberías aprender inglés por Skype?

05 de enero de 2018


Nunca desdeñéis el poder del amor. Su fuerza es monumental, como el Taj Mahal, y ofreció el más grande de los reinos a Eduardo VIII cuando renunció a la corona británica. Pero lo que nadie conoce de este sentimiento es que también ha sido capaz de cambiar la comunicación entre los seres humanos. No me refiero a la poesía o canciones que abarcan con sus notas desde la tierna balada hasta el lacado aullido de los heavies ochenteros, sino al esfuerzo de un marido por estar al lado de su mujer, víctima del reumatismo y condenada a quedarse postrada en la cama, dolorosamente aburrida. Este enamorado hombre, llamado Antonio Meucci, estudió los secretos del electromagnetismo hasta lograr transmitir su voz a través de unos cables y poder estar, de esta manera, siempre al lado de su esposa. Lo que no consiguió, sin embargo, fue reunir el dinero para registrar la patente de un aparato al que ahora conocemos como teléfono.

Niklas Zennström y Janus Friis. Los escandinavos que diseñaron Skype en 2003.

Desde ese histórico día, 162 años han caído de los calendarios, sin que las bocas se cansaran de enviar palabras (no siempre bellas, todo sea dicho de paso). Los modelos han mejorado, la calidad, aumentado. Al igual que los precios. Entonces, apareció Internet. Las posibilidades que este nuevo medio ofrecían revolucionaron el concepto de las comunicaciones hasta tal punto que, ahora, las palabras van acompañadas de una cara. Todo gracias al trabajo de dos escandinavos (junto a otros colaboradores estonios) llamados Niklas Zennström y Janus Friis que, si bien no tenían un motivo romántico como inspiración, dieron a luz a una criatura tecnológica a la que llamaron Skype. Precios aparte, la posibilidad de mantener una conversación telefónica en persona atrajo el interés del público. También de los negocios.

Igual de importante que el amor en la vida es saber inglés. Especialmente si hablamos de negocios. Las empresas lo saben muy bien y por ello organizan cursos de formación in company para que sus empleados desoxiden sus conocimientos, los afinen o tengan la posibilidad de actualizarlos. Pues hay que recordar que la lengua es un órgano vivo que evoluciona con el tiempo. La tecnología, igual.

Aprender inglés por Skype ya es una realidad. Según NCBI, la plataforma era utilizada por 31 millones de personas en el 2012. Si cruzamos esos datos con el número de personas que estudiaban inglés en el 2006 (1 billón), podemos deducir sin temor a equivocarnos que una gran parte de ellos utiliza la nueva tecnología para aprenderlo. Sin embargo, ¿es mejor que un profesor? Veamos una serie de ventajas e inconvenientes relativas a las clases de inglés a través de Skype para poder, de esta manera, entender mejor su funcionamiento.

Cosas positivas:

– Aprendes desde casa (o la oficina). O la piscina, cuando mejore el tiempo. Mientras tengas un ordenador conectado a la red disponible, podrás olvidarte de desplazamientos, atascos y prisas. Escoges el lugar que mejor te convenga para la clase. O, si lo prefieres, vamos a decirlo de un modo mayestático, por los Reyes Magos: el mundo es tu aula.

– Tienes libertad de horarios. Por regla general, las clases físicas disponen de cierta flexibilidad, pero no tanta como para adaptarse a la fluctuación de horarios semanales que tienen los interesados. Al fin y al cabo, el profesor se encuentra en un punto físico fijo y reajustar su agenda de clases es menos costoso que si tuviera que desplazarse.

– Dispones de un profesor real. A diferencia de otros sistemas de enseñanza audiovisuales, la persona que aparece en la pantalla es humana –no un robot o un DVD- e imparte la clase en tiempo real –no pregrabada. En caso de dudas, puedes hacerle todas las preguntas que quieras, para que te explique bien todo aquello que no entiendas.

– Hablas. Parecerá una perogrullada, pero no lo es. Los españoles somos famosos por nuestra timidez lingüística y es bastante habitual que nos mimeticemos con la mesa durante las clases presenciales. Gracias a Skype, la interactividad se potencia a lo bestia. De esta manera, aspectos como la pronunciación o la mejora auditiva reciben los beneficios directos de su práctica en cada clase.

Lo malo:

– Problemas tecnológicos. Los guionistas de Hollywood tienden a emplear los fallos de conexión únicamente para introducir elementos dramáticos en sus historias. En la vida real, no es raro que se produzcan cortes, desfase entre imagen y sonido, congelación de pantalla, eco y un sinfín de avatares impredecibles entre los que se incluyen reinicios de ordenador por actualizaciones, interferencias con teléfonos móviles y gatos chupacámaras.

– Facilidad de cancelación. La sencillez lleva a la comodidad y ésta, a la pereza. Al no tener un compromiso personal con la otra persona y que no tenga que desplazarse, cancelar las clases a última hora creemos que no supone un contratiempo para el profesor. Sí que lo es para el alumno; una vez que se acostumbra a cancelar las clases, el interés por aprender desaparece.

– Escasa utilidad para principiantes. El sistema de aprender conversando resulta de gran utilidad para quien ya conoce el idioma, pero poco rentable en caso de disponer de un nivel bajo.

– Incómodo para grupos. Si una empresa decide contratar un servicio de enseñanza de idiomas vía Skype, no tardará en comprobar la ventaja de los cursos presenciales de inglés para empresas (especialmente en grandes ciudades como Madrid, donde el número de empleados suele ser mayor que en otros lugares) en cuanto los empleados se quejen por el efecto embudo que produce la pantalla y los problemas acústicos por la pérdida de potencia de sonido en una sala mediana, por no mencionar la bola que se produce en una grande.