¿Es buena idea contratar un amigo?

¿Es buena idea contratar un amigo?

14 de marzo de 2016


Abraham Maslow definió una teoría piramidal de las necesidades humanas donde jerarquizaba los diferentes pasos que una persona sigue de cara a alcanzar la autorrealización personal. A pesar de las críticas recibidas por su planteamiento, mostraba una realidad bien estructurada de cuáles son las motivaciones de las personas y de cómo a través de su obtención se podía alcanzar la felicidad. Su importancia saltó del campo de la psicología al ámbito empresarial, convirtiéndose en una de las referencias de la corriente de pensamiento posmodernista de finales del siglo pasado. Y vamos a utilizarla como referencia para explicar las ventajas y desventajas de contratar a un amigo.

Todos nosotros tenemos dos vidas: la personal y la laboral. Cada una de ellas nos permite cubrir varias esas necesidades – alimentación, seguridad de empleo, respeto, sexo – y permite que satisfagamos otras tantas – el trabajo nos da seguridad familiar y de recursos, nuestra familia y amigos nos aportan seguridad moral y confianza – a base de interrelacionarlas.

Cuando contratamos a alguien para trabajar en nuestra empresa, tenemos que ser conscientes de que le estamos ayudando a eliminar necesidades dentro de su pirámide. Por regla general, la gente que se mueve dentro de nuestro círculo laboral es independiente del de nuestra vida personal. Pero, a veces, nos encontramos con la difícil situación de tener que escoger entre un desconocido y un conocido para ocupar un puesto en la empresa.

Desde un punto de vista objetivo, lo que primero tendremos que valorar es la idoneidad de esa persona para el puesto. Si nuestro amigo no ofrece el perfil necesario para el trabajo, lo más sensato es no contratarlo. Hay que pensar por la empresa y no a nivel personal a la hora de tomar este tipo de decisiones. Por el contrario, si nuestro conocido presenta mejores o similares aptitudes que el resto de solicitantes, debería ser escogido sin miedo a cometer errores. Solo que, antes de hacerlo, habría que tener en cuenta una serie de situaciones que ahora desarrollaremos.

La principal diferencia entre la vida laboral y la personal es que la segunda no exige resultados, sino transmitir afecto y confianza. La principal manera de llevarla a cabo es a través de la comunicación, quedando para verse, tomar algo, organizar una cena o intercambiando mensajes a lo largo del día. La preocupación principal es el bienestar de la persona, no cumplir objetivos. Por esa razón, dentro del mundo laboral es mejor rodearse de gente efectiva cuya única preocupación sea la de sacar adelante el trabajo y no distraerse con otro tipo de actividades.

Contratar a un amigo

Esta forma de vida que tenemos en el trabajo se hace dura en muchas ocasiones y sentimos la necesidad de contar con alguien que nos permita ver las cosas de otra manera, desconectar un rato o, simplemente, ver una cara amiga que nos haga recuperar las fuerzas. Y ese es un factor diferencial con el resto de empleados: la confianza y el afecto. Ya no estamos solos en la empresa; contamos con un aliado.

Por otro lado, contratar a un amigo nos va a permitir obtener información acerca del ambiente laboral de la empresa, sinceridad sobre nuestra toma de decisiones o forma de organizar el trabajo. Un empleado normal no se arriesgaría a hablar de un modo tan directo a su jefe por miedo a las repercusiones que podría tener. Por tanto, un amigo nos puede ayudar a tener una visión más clara y profunda sobre la fuerza laboral de la empresa. Además, su adaptación al puesto es más rápida y son más compresivos con la política de la empresa.

Hasta ahora, todo parece indicar que es mejor contratar a un amigo, pero no nos confiemos y pasemos por alto una cosa muy importante: el resto de la empresa también sabe que es nuestro amigo. Esto provoca recelos y desconfianza. Su integración con el resto de la plantilla puede que no sea tan sencilla. Hemos visto casos en la prensa del famoso “amiguismo” y sus consecuencias y su contratación puede ser vista como un ucase nepotista que desmotive a los empleados. Peor aún, que tengan miedo de que sea un espía y se formen grupos conspiradores para mantenerlo lo menos informado posible sobre su trabajo. El impacto de contratar a un amigo puede repercutir negativamente en la dinámica del trabajo.

Otra consecuencia de este tipo de contrataciones es que lo que se gana de afecto y confianza se pierde de respeto. La disciplina interna se verá atacada por esa confianza y tolerancia que se tiene con los amigos, haciendo pensar a los empleados que también tienen derecho a comportarse con ciertos privilegios. Si se le llama la atención a aquellos que imiten su ejemplo, crearemos un trato de privilegio hacia una persona, que derivará ineludiblemente hacia un malestar interno. Si reprendemos a nuestro amigo, corremos el riesgo de ofenderle y perder a nuestro aliado dentro del trabajo. Este tipo de tensiones pueden acabar distanciándonos y hacernos perder a un amigo, tanto en la vida laboral como la personal.

Por tanto, la mejor solución es la de velar por nuestros objetivos principales y contar solamente con aquellos amigos capacitados para ejecutar el trabajo profesionalmente y mantener charlas regulares donde queden bien definidos y establecidos los límites laborales con los personales. Un fracaso con un desconocido acarrea menos consecuencias que con un amigo – mucho peor si se trata de un pariente -, pero también nos aporta menos beneficios.