17 de noviembre de 2017
Aprovechando el puente de la Almudena en Madrid, pude volver a realizar una actividad que llevaba mucho tiempo sin hacer: empezar una serie de televisión y binge watch it. Se trataba de Stranger Things. En un episodio de la segunda temporada (tranquilos, no hay spoilers), una persona quiere saber qué tipo de animal tiene delante y la respuesta es pollywog. Ante su cara de asombro, repiten la respuesta, solo que con otro término: tadpole. Ambas palabras se traducen de la misma manera en español: renacuajo. Pero, ¿por qué hay dos términos distintos para referirse al mismo animal y por qué una de las dos personas no lo entiende? Ambas palabras provienen del Middle English (siglo XV), pero la primera se emplea de manera informal en los Estados Unidos de manera local. Eso supone un gran problema para un traductor profesional, puesto que carece de alternativas en español con las que conservar el significado original del diálogo citado. Pero, si os habéis fijado, he empleado otros términos –binge watch y spoiler- que hemos incorporado a nuestro idioma por influencia televisiva foránea.
Esto no es más un simple ejemplo de los muchos que podría mostrar sobre las dificultades con las que se topan los traductores en su día a día. Y hablamos de profesionales del idioma. Esa limitación es mucho más evidente con los traductores de idiomas online.
Un idioma contiene palabras con una única aceptación en el diccionario. Como peculiar. Tanto en español como en inglés, aparte de escribirse igual, coinciden en un único significado. Otras, como tobacco, pueden referirse tanto al producto como a la planta, dependiendo del contexto para saber a cuál se refiere. No obstante, su relación es directa, por lo que la duda es fácilmente solucionable. Pero muchas de ellas nos pueden desconcertar por su amplitud de significados, como buff en inglés o popar en español. O langosta, bogavante, cigala y cangrejo de río, cuatro especies comestibles animales con evidentes diferencias (y precios) entre ellas.
Sin embargo, no dejan de ser palabras sueltas que un traductor online puede llevarnos a la confusión pero un diccionario nos saca del apuro con una simple y sencilla consulta. Por tanto, podemos deducir que la manera más efectiva de encontrar el significado verdadero de una palabra es a través del diccionario. Pero un diccionario no puede traducir frases. Un traductor online, por el contrario, sí.
Con el tiempo, los traductores online han mejorado sus prestaciones. Ya no traducen palabra por palabra de manera literal, como antaño, por lo que los resultados finales han dejado de parecerse a una invocación latina al diablo. Han incorporado expresiones, conjugaciones verbales y otros elementos específicos del lenguaje, de tal manera que la traducción que realizan en la actualidad puede dar la errónea impresión de que es correcta.
El principal problema reside en que no se puede traducir una frase por partes separadas o sin entender el contexto al que se refiere. Los traductores online buscan la traducción más común para palabras con varios significados. Sin entender el contexto en el que se encuentran, tienden a confundir el término. Por otro lado, los artículos no tienen el mismo empleo en los idiomas, aunque no resulta un grave inconveniente si lo comparamos con las preposiciones, palabras que todos los idiomas emplean sin compartir sus reglas, algo que resulta problemático con las instrucciones de manejo de un aparato –especialmente proveniente de países orientales. Finalmente, dejando lo mejor para la conclusión del párrafo, los traductores online no tienen capacidad de interpretar la gramática del resto de idiomas. Os pongo un ejemplo muy gráfico: hablamos de las vacaciones toda la noche. Ese hablamos, sin referencia de tiempo, puede significar presente o pasado. El traductor online no puede interpretar el significado de la frase, pues se limita a interpretar las palabras sin más referencia que su escritura. De la misma manera, nuestros cuatro pasados (comí, comía, estuve comiendo y estaba comiendo) generan confusión interpretativa con el inglés. Tal vez no sea tan importante si el programa es capaz de interpretarlos correctamente, pero el hecho de que digamos “llevo cuatro horas escribiendo” requiera un presente perfecto continuo en inglés, nos suele dejar joyitas tipo “I take five hours writing”. Nada de esto es comparable si decidís traducir un texto al checo; el resultado es capaz de iniciar una guerra.
Por tanto, si bien los traductores online pueden servir de ayuda en algún momento, no se puede confiar en ellos como herramienta profesional para asuntos laborales. El resultado final no va a estar a la altura de lo esperado. Es mejor delegar en los profesionales de la traducción. Al fin y al cabo, ése es su trabajo.
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