Superar el miedo a hablar en público

Superar el miedo a hablar en público

14 de marzo de 2017


Todos hablamos. Algunos mucho, otros menos, los hay que hablan bajito y muy alto. Sin embargo, esa capacidad oratoria se encuentra reducida a las conversaciones, donde los interlocutores interactúan de manera intercalada y con interrupciones. Eso permite guardar silencio y descansar las cuerdas fonéticas para convertirnos en sujetos pasivos u oyentes cuando lo consideremos.

Pero hablar también significa comunicar, lo que se traduce en una poderosa herramienta con la que acceder a múltiples personas a la vez y transmitirles un mensaje determinado a una audiencia, lo que modifica la estructura oral de varios interlocutores a uno nada más, sin interrupciones o silencios. Dicho con otras palabras, nos permite explayarnos sin obstáculos.

No obstante, el hecho de tener que hablar en público genera miedo a quien le toca hacerlo. ¿Por qué? Por un lado, carecemos del feedback necesario para saber si nuestras palabras causan interés entre la audiencia. Pensemos en una conversación con nuestro compañero de trabajo; si le hago un comentario y no contesta, entendemos que no está interesado en el tema al no responder para participar en el mismo y la conversación muere al poco de nacer. Ese silencio explícito genera inseguridades que multiplicamos exponencialmente al enfrentarnos a una audiencia, dado que desconocemos el impacto de nuestras palabras.

Esa inseguridad de hablar “a ciegas” tiene el inconveniente de la posición en la que se emplea de manera habitual y que en el teatro o la música se conoce como “pánico escénico”. En una conversación nos encontramos arropados por el mismo plano mientras que al hablar en público estamos enfrentados a nuestros oyentes. Esta postura representa conflicto y uno contra cien es mala cifra para un enfrentamiento. No estamos arropados por la multitud, sino desnudos frente a ella y la identificamos no como un conjunto de seres individuales sino un todo gigantesco y único que comparte la misma impresión. Ese monstruo crece y crece a medida que se acerca la hora de exponer mientras nos hacemos cada vez más pequeños ante él.

Nuestra reacción de miedo es absolutamente normal y deriva de sentimientos de defensa primitivos anclados en lo que los expertos denominan cerebro reptil y que tiene al tálamo como generador de sensaciones y emociones primarias. Pero que sea algo normal no nos tranquiliza en absoluto. Necesitamos de algún truco o método que nos permita librarnos del miedo a hablar en público y, a continuación, pasaremos a mostrar algunos de los más efectivos.

Empecemos con el teatro. Los actores se reúnen entre bastidores antes del inicio de una función para realizar diversos rituales con los que eliminar los nervios y calmarse. Algunos emiten ruidos y realizan gestos raros para eliminar la tensión. Otros hacen algo parecido en conjunto. En ambos casos, la tensión se elimina por la boca y el cuerpo. Si tenemos que dar una conferencia o presentación, no es mala idea pasar antes por el baño y liberar la tensión como en el teatro.

La famosa frase de imaginarse al público desnudo tiene la facultad de desnudar a la masa y hacerla vulnerable ante nuestros ojos. Este sistema viene a ser una de las maneras de romper al conjunto y dividirlo en partes. Divide y vencerás. Si te cuesta o te da pudor este sistema, prueba a dirigir la mirada de manera individualizada a las diferentes personas para ver una cara y no mil durante la charla. Tienes que romper la unidad frente a ti y sectorizarla. La única unidad eres tú y tú escoges la atención específica de quien te escucha.

Un sistema también muy efectivo es practicar la conferencia o presentación antes frente a amigos, familiares o compañeros de trabajo, que suponen un público menos hostil. De esta manera adquirirás experiencia a ser observado por varias personas a la vez y ganarás confianza al saber a lo que te enfrentas.

Por último, si los nervios son demasiado acuciantes, prueba con técnicas de relajación basadas en la respiración. La cadencia de las inhalaciones y expiraciones modulan el bombeo de sangre del corazón, relajando los miembros y acallando la voz interior.

Un último consejo: la gente que tienes delante está allí porque les interesa. Eso significa que te van a escuchar. Sonríe y disfruta de la charla.