Ser bilingüe siendo adulto. ¿Es posible?

Ser bilingüe siendo adulto. ¿Es posible?

21 de junio de 2017


¿Cuál es la diferencia entre saber dos idiomas y ser bilingüe? Cuando aprendemos un idioma, somos capaces de comunicarnos de manera simple y sencilla, con una modesta cantidad de vocabulario. A medida que avanzamos con el mismo, aumentamos nuestra capacidad expresiva y fluidez, hasta llegar a un nivel que nos permite emplearlo con garantías y seguridad. Esa capacidad de empleo determinará el bilingüismo de una persona y no tanto su conocimiento de vocabulario, como erróneamente creen algunas personas. Porque, ¿acaso sabemos el significado de todas las palabras del vocabulario de la RAE?

Ser bilingüe, obviamente, requiere de conocimientos de vocabulario alto. Pero no es tanto el volumen de palabras como su precisión y capacidad expresiva, la verdadera clave para definir el bilingüismo. Si una persona puede expresarse de la misma manera con dos idiomas distintos, entonces ha logrado el objetivo absoluto de cualquier comunicación: su eficacia en la transmisión.

Para llegar a dominar esta capacidad, la persona debe de ser capaz de construir las frases en el idioma correspondiente y no traduciendo de uno al otro. Es decir, pensar en dos idiomas distintos con la misma naturalidad y corrección sin que uno contamine al otro. Esto incluye sus estructuras formales, informales y expresiones determinadas que suenen de manera natural en su uso y la circunstancia correspondiente.

Los hijos de familias donde conviven dos idiomas bajo un mismo techo adquieren este bilingüismo desde la infancia. De sobra es sabido que el cerebro aprende mejor los idiomas de joven ya que sus sistemas gramaticales son más ágiles en esta época. Sin embargo, eso no significa que más adelante no pueda adaptarse a la misma situación. Además de la juventud, el contacto constante con un idioma facilita su aprendizaje, algo que en el entorno doméstico sucede a diario. También en el trabajo se puede llegar a esta situación, como sucede en otros países de la Unión Europea, donde el inglés y el idioma nativo conviven sin problema alguno entre sus habitantes.

Ser bilingüe siendo adulto es perfectamente posible si se aprende la lengua y pone en práctica de manera continuada hasta lograr que la función de las dos lenguas se alterne sin problemas y sin interferencias. Por poner un ejemplo, hay que saber montar en moto y conducir un coche por igual. Ambos vehículos tienen que seguir unas mismas reglas de conducción con alguna diferencia que otra –aparcar en la acera- y para lograr desplazarse sin accidentes necesitamos controlar su maquinaria con dos canales y posición distintas.

El principal problema de alcanzar el bilingüismo en nuestro país lo encontramos en las pocas facilidades que la propia sociedad nos ofrece. A pesar de la existencia de colegios bilingües, no todos los alumnos gozan del refuerzo idiomático en el hogar. Yo mismo pasé más de quince años aprendiendo matemáticas y me quedé con los números y unas pocas operaciones simples. Sin una especialización determinada, ni las derivadas, integrales o raíces cuadradas me servían para nada en la vida. Lo mismo sucede cuando un idioma carece de práctica útil y efectiva; se acaba convirtiendo en una asignatura. Las empresas, por su parte, apenas realizan esfuerzos por integrar el inglés dentro del día a día con sus empleados, lo que provoca dudas y problemas a la hora de utilizarlo en reuniones, presentaciones, atención telefónica y otras situaciones. Es más; aquellas personas con un buen conocimiento de inglés observan cómo éste poco a poco se oxida por las pocas posibilidades de usarlo e integrarlo de manera natural en sus vidas. Pero si las empresas no ofrecen demasiado interés, la sociedad directamente se hace la sueca al respecto. ¿Cuántos años llevamos escuchando a nuestros políticos fracasando en inglés a nivel internacional, dando un mal ejemplo al pueblo sobre la importancia de otro idioma? ¿Cuál es la oferta televisiva o radiofónica que integre sonidos foráneos en nuestras casas?

No obstante, los pocos medios de que se disponen en la actualidad nos pueden ayudar a la obtención de ese indistinto empleo de dos idiomas si realizamos ese esfuerzo. Los cursos de formación en idiomas siguen siendo el método más eficaz para integrar otro lenguaje en nuestra cabeza a la vez que proporcionan la práctica necesaria para aprender a emplearlos con soltura e independencia. Pasar una temporada fuera no sirve realmente de mucho si no se compagina con el conocimiento de la gramática profesional, puesto que no sabremos distinguir entre lenguaje formal e informal. En cuanto a las películas y series de televisión, por lo menos sirven de apoyo para mejorar la capacidad auditiva y una guía útil de pronunciación. Pero no permiten la interacción oral. No obstante, entretienen aportando cierto carácter pedagógico. Leer, por su parte, enriquece el vocabulario y gramática sobremanera, aunque carece de sonido, lo cual puede ser un problema a la hora de pronunciar determinadas palabras. Si unimos libros con televisión, dispondremos de una manera interesante de nuestro tiempo de ocio a la vez que añade un refuerzo a nuestros conocimientos. Sin embargo, lo importante es desarrollar el habla, no lo olvidéis.